martes, 27 de julio de 2010

Los Dos Lobos


Al parecer mis pensamientos siguen en una constante batalla, y no solo mis pensamientos, sino también mis acciones, mis intenciones, mis acuerdos, mis desacuerdos, mis deseos y mis urgencias...esas que relego constantemente, hasta a veces dejar que se pierdan en el horizonte en una brutal indiferencia...porque a veces; siento que quiero y puedo y otras que no debo y no quiero. Y no es que esto sea una crisis existencial, sino mas bien, es la lucha constante que se sostiene en el campo de batalla que es mi corazón, si, ese lugar tan delicado, y otras tan disparatado y no hablo del órgano motor de mi cuerpo, sino de ese que me mueve, que me afecta, que me intimida, que me libera, ese...que duele cuando no te hago sonreír, ese que se estremece cuando lo tocas, ese que un día parece tan nítido y otras esta de luto.
Es que se hace difícil estar siempre compartida, no se si tu lo notas, pero a veces la batalla es desigual...

DOS LOBOS

“Una noche al lado de la fogata, un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla interna que ocurría en las personas.

El viejo hombre dijo: Hijo mío, la batalla es entre dos ‘lobos’ dentro de todos nosotros.


Uno es malo. Es la ira, la envidia, los celos, la tristeza, el remordimiento, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego.

El otro es Bueno. Es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la amabilidad, la benevolencia, la empatía, la generosidad, la verdad, la compasión y la fe.

El nieto pensó acerca de ello por un minuto y luego le preguntó a su abuelo:

¿Cuál lobo es el que gana?

El viejo Cherokee simplemente respondió:

El que tú alimentas.

domingo, 11 de julio de 2010

Intensidad...eso.


En Febrero fue el terremoto y también un sunami... hoy un eclipse y todo sigue ... pero no igual, nada es igual a como era antes, la vida es otra.
Hay tormentas este invierno, esta diferente todo, los acontecimientos que son absolutamente naturales, son intensos. No es la lluvia que cae en invierno, si no la tormenta y el frío que congela los huesos. No fue el temblor, si no un terremoto 8.8. No es un eclipse parcial, si no un eclipse total...todo es absolutamente intenso. Y yo no soy la misma, me miro y no me reconozco, me miro hasta de reojo como para engañarme de que me observo y... ya no soy la misma, todo ha cambiado, sin querer o queriéndolo desde muy adentro. Los cambios no han sido leves si no radicales.
Los busqué? no, no lo hice, pero; creo que los intuía.
Me aparte con el águila a la cima de la montaña para observar su metamorfosis y sin quererlo y estando allí, calladita y observando, me estaba cambiando la vida. Comenzó con unos dolores en el alma, con destellos de insatisfacción, al dolerme me fui percatando que mis brazos se estaban acomodando y que se estiraban tanto que podía alcanzar el cielo sin dificultad....luego, quise alzar el vuelo y me di cuenta, que para hacerlo tenia que usar destrezas que hasta ese día no conocía. No terminaba de asombrarme cuando me recogí en posición fetal para llorar por todas las penas del firmamento...no solo por las de ese momento, si no por todas las que no había llorado. Es así como siento que debo asumir mi nueva realidad, llorando y limpiando la esencia de mis dolores no afrontados, mis recuerdos no revisados, mis ausencias no asumidas, llorar hasta que duela el dolor.
Es que todo es tan intenso, nada es igual...
El águila necesita sacar sus plumas envejecidas a tirones para que nazcan nuevas y yo necesite llorar desde el alma a mi rostro, para arrancar desde el corazón, todo lo que lo invadía...porque pesaban en mis planes, mis urgencias, mis necesidades...
Si, esta claro, nadie puede vivir estados emocionales a medias, hay que vivirlos intensamente.
Me desperté el otro día con mucho asombro y alegría, y pensé que ya estaba lista para volar...siii, parece raro lo que digo, es que, es lo que he soñado siempre...pero que desilusión, era una pluma que quedo incrustada en mi piyama, ¿de donde apareció?, bueno; era de mi cobertor...
¡Que desilusión, todavía no es tiempo!
Parece que no necesito solo una, si no varias para remontar vuelo, aunque en este ultimo mes creo que ya me las he comenzado a ganar, por lo menos tengo dos, una ganada con dolor y la otra de las plumas de mi cobertor... (¿vale que sean de ganso?), servirán...para volar. Que ironía, habiendo tantas en mi cobertor y yo buscándolas en la cima de una montaña.

Estoy aquí arriba y aun no me atrevo a saltar al vacío...que faltará?
Será que me falta un empujóncito, ese leve, ese suavecito, ese que dice...Tu Puedes.